6/10/11

Capítulo 1.1

Hans se abrochó el abrigo.
-Apaga las luces del recibidor al salir y no te duermas hasta que yo haya llegado al campamento-le recordó Emma desde el otro extremo de la sala de investigación. Hans sonrió con cierto deje de ternura, pero ella no lo vio.
-Yo también te quiero, mamá-bromeó.-No vuelvas muy tarde-se despidió el joven científico y salió al árido y oscuro exterior. La puerta se cerró con un chirrido.
Emma Stendhal dejó el prototipo de lector informático en el que estaba trabajando para poder examinar el contenido del disco duro que finalmente había conseguido arreglar. Apartó las herramientas, apoyó los codos en la mesa y la barbilla entre sus manos.
Habían llegado a la Tierra hacía casi un mes, pero ella aún no se había adaptado del todo al entorno hostil. Después de tanto tiempo, parte de la radiación se había disipado, y además habían escogido a propósito un lugar lo más alejado posible de los puntos de máximo nivel de radioactividad del planeta, el sur de España. Las bombas nucleares habían acabado con la vida de casi toda la Tierra y aun estando en zona segura, el equipo científico tenía que tomar yodo constantemente, por si acaso.
Ella era la que les había traído a todos a aquel confín del universo. Emma ignoraba muchas cosas sobre su pasado: sí sabía que era hija de uno de los miembros de la primera y única expedición que había pisado la Tierra y conocido a sus habitantes. Sabía que también era hija de uno de los pocos humanos que se habían retirado a la Luna junto con la expedición cuando empezó el conflicto.
Sabía que había sobrevivido de milagro.
Cuando la segunda expedición llegó a la Luna, ya era demasiado tarde. En el búnker del campamento lunar sólo encontraron un cadáver y tres supervivientes: una Emma de casi cuatro años cuyo entendimiento no alcanzaba a asimilar la frase "Nunca volverás a ver a tus padres"; una embarazada al borde del colapso por la escasez de alimentos; y Adam, el hombre más longevo de la expedición, de casi trescientos años de edad, que se había molestado en pasar a papel los primeros contactos políticos entre ellos y los humanos. El cadáver era de la mujer de Adam, muerta hacía tan sólo un par de horas.
La estancia de la segunda expedición en la Luna fue muy corta; sólo se quedaron el tiempo suficiente para recoger los pocos restos útiles del campamento, y partieron casi de inmediato de vuelta a su hogar.
Adam murió durante el trayecto. Fue incinerado junto a su esposa y las cenizas de ambos fueron lanzadas cerca de Plutón.
Al llegar al planeta de origen, en un primer momento nadie supo qué hacer con Emma. La decisión no tardó en ser tomada por la mujer embarazada, ya recuperada: adoptó a Emma y su hijo creció siendo hermano de la niña.
Llamó al niño Hans en honor a su marido, que había dado su vida para salvar la de ella y su bebé no nato.
Emma dio un respingo y miró su reloj terrestre. Eran casi las once de la noche. Apagó todas las luces, se abrigó bien y se fue directa al campamento, donde la esperaba Hans.
La Luna le indicó el camino con su luz grisácea.

1 comentario:

  1. Mmmmmmmm ¿Al sur de España? Qué raro :P
    A ver si tú vas a ser Emma... ¬¬ Mira que te vigilo, amiga xDDD
    (Por cierto me dio una pena terrible Adam :S)

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